Wednesday 28 September 2011

Crítica: Nothing But The Beat de David Guetta

Esta historia nos suena. Ya la hemos vivido muchas veces. Recuerdo aquel disco de 1999 con el que Santana regresaba al primer plano en el que le acompañaban artistas de varias generaciones. Quien escribe estas líneas conoció al genio a través de Smooth, Corazón espinado, María María o Wishing It Was de Supernatural. De la misma manera hemos conocido a un dj que, con menos trayectoria y talento, ha copado el mercado gracias a sus "duetos". David Guetta sólo era conocido por The World is Mine hasta que se asoció con los Black Eyed Peas, Kelly Rowland, Akon y demás gentucilla para grabar una serie de temas recogidos en One Love, que han guiado el mundo de la electrónica durante los últimos dos años, haciendo que todo el mundo quiera imitar su sonido. Incluso Madonna se fijó en él, y su versión de Revolver es más popular que la original de Lil Wayne.

Ahora pretende repetir la fórmula con Nothing But The Beat, donde abre el espectro de colaboraciones hasta gente tan lejana a su estilo como Sia. Al repetir fórmula corre el peligro de cagarla, como ya hizo en su momento el gran Santana, quien, aunque consiguió relativo éxitos con The Game of Love, la crítica se le echó encima, y muchos de sus fans también, al publicar un segundo disco tan pop y , al fin y al cabo, tan facilón. Guetta ha suavizado su estilo y puede que comience a aburrir como el propio Santana.

Pero como Guetta no tiene en mente resultar un coñazo, se ha buscado a un productor poco conocido pero con bastante talento: Giorgio Tuinfort, un joven danés nacido en Surinam que definió el sonido de The Sweet Scape de Gwen Stefani y que iba a producir las nuevas canciones de Michael Jackson. Con tal currículum era inevitable que Guetta no se fijara en él. Sin embargo, aunque el resultado final es correcto y algo interesante, no sorprende ni engancha como logró el primero a quien "todo quisqui" ha querido copiar. Esta vez ha sido a la inversa: parece que Guetta muestra sus influencias. En primer lugar, Daft Punk, quienes popularizaron (aunque no inventaron) esa guitarra sintetizada que "Getta" utiliza en las instrumentales The Alphabeat, una fuga barroca espectacular, y Lunar, y que, para más INRI ya utilizase Kanye West hace unos años. Ambas se incluyen en el segundo cedé reservado para diez instrumentales con nombres como Glasgow, Little Bad Girl o Toy Story donde colaboran Afrojack (que trabaja actualmente con Shakira y estará en Madrid a finales de esta semana) y el dj sueco Avicii.

En el primer cedé encontramos las grandes colaboraciones... Se trata de artistas jóvenes que eran completamentes desconocidos a comienzos de la década. Will.I.Am repite con Nothing Really Matters, no podía ser de otra manera después de todos los éxitos que ha reportado al dj francés, Akon no falta a su cita gracias a Crank It Up, y además encontramos a Ludacris y Taio Cruz en Little Bad Girl y a Lil Wayne y Chris Brown en I Can Only Imagine. Usher, que resucitó de la mano de Pitbull y RedOne protagoniza Without You que es uno de los tema estrella. Nicki Minaj, la rapera de moda se apunta a un bombardeo. La reina de los featuring rapea en Where Them Girls At junto a Flo Rida, single presentación que ha dejado tibios a los seguidores de Guetta, y en Turn Me On, donde canta el estribillo. Timbaland, otrora rey de los featuring, colabora en I Just Wanna F. que se distingue por su percusión, marca de la casa, y por la añiñada voz de Dev. mientras que Jennifer Hudson, la gritona del siglo XXI cuya carrera nunca alcanza el éxito esperado, puesto que como ellas, ya hay y ha habido muchas, se marca el temita, Night Of Your Life, que recuerda al trabajo de Guetta con Kelly Rowland y Kelis.

Para el final, Guetta se reserva a las blanquitas escuchimizadas: Sia y Jessie J, ambas anglosajonas pero la una de Adelaida -Australia- y la otra de Londres. Tras el éxito de su Price Tag, Jessie J ha ascendido a un ritmo tan vertiginoso que la lleva a compartir disco con la realeza norteamericana en el juguetón Repeat de Nothing But The Beat. Y en su línea habitual, el estilo lánguido y tristón de Sia, se electritifica para ofrecer uno de los mejores momentos del disco: ni bronce, ni plata, ni oro... Ella es Titanium. "Sticks and stones may break my bones", ese es el dicho de moda durante los últimos años, Madonna, Rihanna y ahora Sia se suman a dejar claro que lo único que puede hacerle daño son los palos y las piedras.

A este paso Guetta acabará apaleado por los más puristas. Su disco es un ejemplo de ingenieria sonora para todos los públicos, bailable, divertida, pero nada sorprendente o revolucionaria. Lo que logró con One Love y One More Love no se ha podido mantener en este segundo trabajo pero... oye, nunca se sabe qué puede pasar con el tercero... si es que lo hay...

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