Tuesday, 29 November 2011

Fotomatón

No es nuestra intención compararnos con nadie, y menos con periodistas que nos doblan la edad y nos triplican la experiencia, pero si hay un periodista que nos gusta y una sección de El País Semanal, el suplemento dominical de El País, que nos fascina, es aquella en la que Juan José Millás describe una fotografía… Nos parece una sección ridícula y un ejercicio de libertad literaria fantástico. Puede que nuestra interpretación de una imagen no interese a nadie, pero ese no es nuestro problema. Desde esta palestra digital, que más bien parece un palé de supermercado, llevamos tres años contando lo que nos da la real gana, y vamos a seguir haciéndolo, esperemos, por mucho tiempo.

En esta nueva sección describiremos con prosa libérrima algunas de las mejores imágenes del pop. Madonna, como no podía ser de otra manera, es nuestra madrina. Esta primera foto pertenece al Live 8de 2005, un espectáculo benéfico que reunió a decenas de artistas por todo el mundo para seguir concienciando al mundo de la pobreza en África, veinte años después de la primera edición en la que también participó Madonna. La diva aún no se había embarcado en su misión de salvar Malawi, ni había adoptado a ningún niño. Estaba a punto de lanzar Confessions on a Dancefloor y estaba plena de energía. La Madonna de la foto recuerda a la de siempre: elegante y vulgar. Su actitud desafiante no se había relajado ni después de haber sido madre por dos veces. Pero su rostro ya no puede esconder el paso de los años, y refleja el esfuerzo al que están sometidas sus cuerdas vocales que nunca han sido demasiado elásticas.

Por una vez no esconde las manos, cuyas protuberantes venas, fruto de su exhaustivo entrenamiento, tanto le acomplejan. Sin embargo no tiene reparo en hacer un buen corte de manga a su audiencia. Su público masoquista ya está hecho a las lides del insulto, y acepta sus “fuck off motherfuckers” como bendiciones. Las ñoñerías son para Kylie Minogue. Coge el micrófono con la seguridad de haber pasado muchos años pegado a él y levanta el brazo con la soltura de haberlo estado levantando durante aún mucho más tiempo. Porque para llegar al estatus de estrella mundial hay muchos caminos, y el suyo fue el de la chica descarada, ambiciosa y dura que no desea el simple reconocimiento de quien está en su entorno sino del mundo entero. Ser amada sin ser conocida de verdad, sin sentimentalidades inútiles, sin profundidad, quizá porque ella misma no se atreve a amar, o no sabe.

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