Wednesday, 1 May 2013

Vimos: 'A quien le importa', el musical de los hermanos Berlanga

El pasado lunes se despidió del teatro Arlequin la primera temporada del musical A quien le importa, un proyecto que se pudo materializar a principios de este año después de once años. Sin duda una larga andadura cargada de momentos críticos como el fallecimiento de uno de sus principales responsables, Jorge Berlanga. Y es que resulta que la movida va de un musical basado en las canciones de su hermano Carlos Berlanga, uno de los artistas más interesantes que ha dado nuestro pop responsable de temas como A quién le importa o Horror en el supermercado y que falleció en 2002. La idea surgió al poco de fallecer Carlos, Jorge. Una tarde de junio estaba junto a Marcos Campos en el mítico Balmoral se les ocurrió la idea de teatralizar las letras de las canciones de su hermano.

Y el resultado es un estrambótico y caótico viaje musical que busca condensar el espíritu de aquella época. Sin embargo el resultado queda un poco deslucido: Empezando porque el hilo conductor de todo el musical es demasiado endeble y porque el halo de "surrealismo" resulta infantil y terminando por algunas malas decisiones de casting -como el papel de la enfermera que interpretado por una rubia explosiva, pierde toda su credibilidad-. Por suerte las canciones de Carlos Berlanga salvan un espectáculo excesivamente largo en el que hay talento de sobra: Bailando, Perlas ensangrentadas, Vacaciones, Lady Dilema, La funcionaria asesina interpretadas con gracia por Jacinto Bobo, Cristina Esteban, Iván Santos, Raúl Mora o Laura Artolachipi. Al igual que el sorprendente y delirante vídeo que aparece a la mitad del espectáculo cargado de 'featurings' y el hecho de que te regalasen una botellita de Coca-cola light al acabar.

Quizá mucho tiempo de preparación técnica y financiera pero no la suficiente preparación artística. Algo a lo que, por desgracia, tanto técnicos como artistas están más que acostumbrados y que repercute en el trabajo final. Sin embargo nos alegramos de que haya empresarios valientes que apuesten por musicales y contribuyan al mantenimiento -porque crecimiento lo veo poco apropiado- de la delicada industria del teatro musical.


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