El teatro de la Zarzuela inauguró su nueva temporada con un programa doble de Falla excepcional- titulado ¡Ay amor!-, aunque con algunas pegas. Para la ocasión se recuperaba el montaje del fallecido Herbert Wernicke para El amor brujo y La vida breve que presentó en Théâtre La Monnaie/De Munt de Bruselas en 1995. Musicanismos tuvo la ocasión de acudir al estreno al que acudieron personalidades -de verdad, no políticos- como Teresa Berganza o el recién exdirector artístico del mismo teatro, Luis Olmos, sustituido por el italiano Paolo Pinamonti.
En un primer momento al ver algunas imágenes del montaje y afirmar que está inspirada en los cuadros de Julio Romero de Torres -que cuenta con una exposición paralela en la Real Academia de San Fernando- se puede pensar en que va a ser una fastuosa reunión de tópicos. Por suerte, no es fastuosa pero sí cargada de tópicos, desde el torero, al guitarrista flamenco, un entierro de un torero e incluso un par de procesiones. Estos son los elementos que rodean al desdoblamiento físico y artístico de la gitana protagonista que vela el fuego toda la noche para hechizar a su amor no correspondido. Una bailaora y una cantaora (Natalia Ferrándiz y Esperanza Fernández)que encarnan las dos partes de un único personaje pensado en el momento de su creación para Pastora Imperio. Realmente este Amor brujo deja bastante frío al espectador que espera pasión, incluso al puesta en escena, sobria y esterilizada excepto por unas piedras poco naturales no despierta gran interés y va en detrimento de una música que en el día del estreno aún sonaba algo desorientada bajo la batuta de Juanjo Mena.
Opinión muy diferente nos merece la segunda parte, correspondiente a La vida breve, un drama lírico en dos actos y cuatro cuadros escrito por Carlos Fernández Shaw que se estrenó en Niza en 1913 tras los intentos estériles de estrenarla en Madrid. En este caso la puesta escena, austera, trabaja en pos del excesivamente romántico libreto y la gran música de Falla. El reparto del estreno, con Milagros Martín, Lola Casariego y Ruth Iniesta como la abuela de la protagonsta, Salud la que sufre el gran engaño amoroso, y Carmela, la novia oficial que está al margen de todo, es impecable. Ruth, aunque con poca partitura, demostró ser una actriz y cantante completas, sus orígenes en el teatro musical y su carisma le ofrecen una base actoral que aporta frescura al extatismo de la zarzuela -que aunque menos que en la ópera, sigue padeciéndolo-. Lola Casariego ofreció un excelente papel de Salud, que pasa de mezzo a ser una perfecta sopra lírico-spinto. Sin duda, un interesante programa doble para los que no están muy acostumbrados a la lírica por su duración y su atractivo, aunque quizá no el programa doble más adecuado para abrir una temporada en el Teatro de la Zarzuela.
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