Desde ayer y hasta el domingo, Marta Sánchez se ha instalado en el Teatro Compact Gran Vía para ofrecer el espectáculo que desde hace meses está llevando por toda España. El show es tal y como esperábamos de Marta: dos o tres buenas ideas sumergidas en mediocridad y lugares comunes. El concierto está divido en dos partes. En la primera, Marta da un toque de jazz y cabaret a sus canciones trasladándonos a los 50 y los 60 de Estados Unidos. Para que quede bien clarito ella y las coristas se colocan un vinilo en el cogote. Esta jazz vibe transforma Soy yo en un juguetón Sooner or Later. En el mismo rollo pero con las producciones de su reciente De Par en Par, interpreta En tus Brazos, Moja Mi Corazón, Con Sólo Una Mirada y Desesperada. "A este paso en media hora se quedan sin éxitos que cantar" se comentaba en el patio de butacas. Así que para dosificar la tralla de temazos, porque la diva madrileña es poseedora de grandes canciones pop, se marca un interludios que sirve para que se cambie de modelito, y los coristas (siempre elige a chicas más feas que ella), con síndrome Aguilera se entreguen al doo whop y al soul como Don't Mean a Thing.
El primer síntoma de que algo falta, como fluidez, ritmo y de sentido del espectáculo llega cuando de Motown pasamos de repente al tango de Nostalgias, que recientemente ha presentado junto a José Manuel Zapata y José Merce en el espectáculo Tango y Lágrimas. Marta se esfuerza por actuar, bailar y cantar, pero queda claro que no es una etretenedora como Raphael, Rocío Jurado o Bisbal, lo suyo es cantar y durante toda la velada lo demuestra en riguroso directo, ni un sólo pregrabado, pero no "llena" el escenario. Pero ella pone toda la carne compuesto por Vivo por Ella, Los Mejores Años de Nuestra Vida y Sigo Intentando. Marta parece estar sufriendo el fenómeno Ana Obregón, demasiada pechuga y poco muslo, por lo que la vista mejorará cuando se coloque un vestidito que realce su figura, pero por ahor el rollo cabaret continua un ratito más con De Mujer a Mujer, Libre de Nino Bravo (el primer tema de la noche que pone en pie al teatro) y otro medley de soul por parte de los coristas.
Y ahora es cuando viene lo bueno. El escenario cambia y unas extrañas lámparas de Ikea aparecen al fondo. No hay pantallas sólo una especie de escenario dentro del escenario y una banda desperdigada a los lados. Banda, por cierto, a la que podían haber uniformado para dar sensación de unidad. Por favor, que no estamos en un concierto de Sabina. Otro grave problema era la configuración del sonido, preparado para fiestas patronales, lo que daba a todo ¡incluso a las composiciones de Carlos Jean! un tono muy Paquito el Chocolatero.
El Dj comienza a crear una atmósfera electrizante.. ¡qué pasara! ¡Ahí va! Aparecen dos bailarinas robotizadas... y a continuación Marta con un bonito vestido de pedrería y ¡cascos! ¡Qué moderna! Suena Reina de la Radio y es entonces cuando un servidor se da cuenta de que así es como debía haber comenzado el show. Los grandes eventos hay que abrirlos levantando el ánimo, y ametralleando al público con cuatro o cinco temazos cañeros. Ya habrá tiempo para baladas. O eso es lo que al menos nos han enseñado Madonna, Michael Jackson y el Espíritu Santo. Hasta Rosana aplica esa máxima a sus conciertos. Pero al director/a de la gira de Marta, parece no importarle y coloca a después del subidón, Canción para Daniela, dedicada a la actriz que supuestamente despertó del coma mientras sonaba en la radio De Mujer a Mujer.
Y otra vez vuelta a la acción con Levántate, con dos bastones de neón como los que utilizó Kylie en las presentaciones de Slow. Otro popurrí y Soldados del Amor, Quiero Más de Ti, ¡y de nuevo Desesperada! seguida por Desconocida, para la que se pone un antifaz veneciano y unas largas uñas hindúes... bonita mezcla. Después vuelve a cantar Soy Yo, y se marta, digo se marcha. Cuando reaparece hay una silla cuyo respaldo es una cara, desde donde canta Si me Cambian los Recuerdos, después Colgando en tus Manos. Para cerrar elige Arena y Sol y Chica Yeye, popularizada por Conchita Velasco.
Carlos Jean estaba entre el público al igual que otras celebridades patrias. Todas en el pero ninguna en las tablas. ¿No podrían haberse pasado por allí Vega, Baute, Alaska o Bebe?... ¿qué les hubiera costado? Una vez más, Marta se queda a las puertas de dejar asombrado al personal.
2 comments:
A veces estoy de acuerdo con vuestras críticas, y otras no tanto, pero aquí no puedo estar más de acuerdo. Yo la vi en verano y ya veo que el montaje es exactamente el mismo.
Esperaba que en teatros ese comienzo quedara algo más creible pero ya veo que esa sensación de que tenía que haber empezado por lo fuerte no sólo era una apreciación personal.
Buena crítica!
enhorabuena por la crítca, es impresionante. Coincido con casi todo. Este blog cada vez me gusta más. Qué currado.
Suerte!
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