Wednesday, 10 October 2012

Recuerdos: Surfacing de Sarah Mclachlan

Uno de nuestros discos favoritos es Surfacing de Sarah Maclachlan. La primera vez que oí hablar de esta canadiense fue a través de la hermana bollera de mi mejor amigo,porque su tío le traía los cedés de Inglaterra porque aquí no se editaban. Por eso cuando escuché por primera vez la remezcla dance de Sweet Surrender, no me pilló desprevenido.

Por aquel entonces -1998- no me atraía el resto de sus canciones, demasiado aburridas para un adolescente embelesado por el teen pop, pero Sweet Surrender con su caracter derrotista y su abandono se ganó mi corazón. Tanto, que me compré el single de cartón que también incluía la versión del disco a la que me fui acostumbrando. Curiosamente al poco descubrí Building a Mistery en aquel largo programa de Canal 7 con Adriana Frade, Play Music -¡Quién pudiera haber sido periodista entonces para poder presumir de haber participado en semejante programa!-.

Pero nunca más volví a prestar atención a Sarah hasta que hace un par de años, gracias a Spotify encontré When She Loved Me, la dulcemente triste canción de Toy Story 2. Entonces me dediqué a indagar sobre aquel disco que incluía aquellas dos melodías escuchadas en la adolescencia. Y encontré un Surfacing al que me rendí sin reparos y con suma dulzura. Surfacing es su disco más vendido -16 millones, que es una cifra nada desdeñable para una lánguida como ésta- pero eso no quiere decir que sea el más convencional: con su éxito, por una vez el público reconocía la calidad de un trabajo compacto que transmite una atmósfera excitante y sosegada a la que entregarse para olvidarlo todo. I Love You, Do What You Have To Do o Angel son ejemplos maravillosos de ello.


Adia es otra de esas piezas magistrales, que los más jóvenes conocerán por la versión en directo de Avril Lavigne, un tema con una letra coherente y devastadora. Su sonido a medio camino entre el folk, el rock y la música catalogada como 'indie' no se olvida del ambient que se hace más patente en Witness o Full of Grace. Un auténtico disco para meditar o hacer pilates -sin menoscabar su calidad-.

Es muy complicado denostar una canción como Black & White que suena cercana, cálida y reveladora, con un comienzo de batería al que se van añadiendo los sintetizadores y la voz que desarma a cualquiera y que en los días ñoños empuja la lagrimita que no se atreve a caer . Y la tía encima se atreve a colocar una instrumental al final del disco -Last Dance- algo impensable en un artista pop -aunque Mecano lo hizo en los 80- pero que viene a demostrar que no sólo sabe defenderse con su voz, sino también con sus composiciones.



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