Monday 12 November 2012

Hemos visto y escuchado: ¡Evil dead, elmusical!

La relación entre las historias de terror y los musicales ha sido fructífera -y mortífera-, y se ha manifestado con más intensidad en eso que han ido a llamar posmodernidad. Es inevitable que un género que manipula las emociones del espectador como, por ejemplo, el cine de terror, se relacione con otro que utiliza la música, también para modelar a las emociones.

Evil Dead es una de esas aventuras musicales que parten de una película de terror de los años ochenta, Posesión Infernal, cuyo título original era Evil Dead. La idea original nació en la cabeza de un canadiense con cara de bonachón, George Reinblatt, que pensó que habría mucha chicha musical y paródica en una historia que pasado el tiempo era muy de serie B. Y el resultado fue un musical, d elos denominados Off- Broadway que ha viajado por toda América del Norte y que ha llegado a estrenarse en Coreo del Sur. Pero la primera producción europea y en castellano ha llegado de la mano del músico César Belda y el director Chemari Bello. Ambos se han embarcado en una historia poco convencional.

A sabiendas que su público es el que disfruta con el cine de humor y el de terror más que con el de My Fair Lady o El Rey León, decidieron montar su tinglao en una sala de Kinépolis en Madrid. algo totalmente novedoso y caro que esperan que comience a dar sus frutos. El reparto, encabezado por David Ordinas y Pablo Puyol, alternantes en el mismo papel cuenta con personalidades del mundo del musical y caras nuevas. No hay dos repartos bien diferenciados, sino que se mezclan según las necesidades de cada uno, porque si algo queda claro es que esto es una aventura colectiva. Las dos Sherylls -Esther Izquierdo y Elsa Álvaro- son fantásticas, al igual que Mariola Peña en su histriónico y delicado papel de Linda y Javier Navares como siniestro conserje, Sara Pérez en el papel de hija del investigador va ganando según avanza la función y Sergio Arce se marca un impresionante baile del Necromicón. Aún nos falta por ver a otra parte del reparto, y estamos ansiosos por pringarnos de nuevo.

El resultado final es de calidad, quizá le falta algo de rodaje a la compañía entera pero las carcajadas están aseguradas incluso para nosotros que, por desgracia, no nos reímos de casi nada. Pero mejor se lo pasan los que se sientan en las cinco primeras filas, la splatter zone donde acaban pringados de sangre, una auténtica aventura en cuatro dimensiones. Groovy! en definitiva.

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