
Ella frente a su despliegue sinfónico, de espaldas al director y a la gran pantalla, una estructura tapizada en rojo y un fuerte olor a incienso (qué mística...). Desde la pantalla unos ojos nerviosos reciben a los asistentes y a los músicos que una vez colocados, con Pepe Herrrero al frente, comienzan a tocar el Leitmotive que a modo de intermedio con ligeras modificaciones narra el viaje de una muñeca títere a través de un mundo onírico con ojos gigantes y calaveras, muy gótico-naif. La música, creada para la ocasión, que contiene ese regustillo mágico de las creaciones de Danny Elfman para Tim Burton, ofrece una estupenda introducción a esa pieza maestra de Tarántula titulada Europa en la que la parte electrónica es traducida con solvencia.
Embutida en un vestido de satén rojo, y con unos suculentos muslos que no se le recordaban desde Palabra de Mujer, proyectaba su habitual y acojonante chorro de voz que amplificado por los micrófonos resultaba exageradamente metálico. Sobre la pantalla un collage con fotografías de esculturas y monumentos griegos daba paso a imágenes de destrucción de la Segunda Guerra Mundial. El público no puede mantener las manos pegadas al asiento e irrumpe en aplausos al término. La algarabia de voces chillonas se alarga tanto que la propia Mónica pide silencio paraproseguir con Inmensidad que precede a la frikada de la noche: si en los años ochenta Luis Cobos introducía el techno en sus popurrís de zarzuela, el sonido" clásico" suplanta al chunda chunda en Desátame. Por mucho que la choni se vista de seda o de satén... Ya se sabe, la cabra siempre tira al polígono. El resposnable de los nuevos arreglos, el mismo director Herrero convirtió el hit chochi-pop en batiburrillo épico-sinfónico, que quedó gracioso.

Después de tocar sus grandes éxitos, parece que para la recta final no ha dejado demasiada chicha pero para su último juego de cartas nos había reservado, Siempre fuiste mío, una arabesca versión de Kambalaya y Ámame o déjame. Durante su discurso agradeció el apoyo incondicional a sus fans y verbalizó sus ganas de realizar este proyecto desde muchos años atrás además de la alegría de volver a los orígenes, al conservatorio de música, de donde ella y todo su equipo habían salido. El público siguió dando rienda suelta a su entusiasmo y como despedida, vestida como las Azúcar Moreno (traje dorado y velo) con Amor y lujo al ritmo de marcha militar. Sin piano por ninguna parte y sin estribillo, la canción se tranformaba en algo completamente diferente y bastante aburrido. Sin bises ni nada por el estilo, todo el equipo se despidió tras un epílogo instrumenta tras hora y media de fantasía pseudogótico-romántica poco ambiciosa pero emotiva. Astracanada total.
1 comment:
en realidad me engañas, y el viernes me vas a llevar a una cosa de estas :-S
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