El Teatro Real está viviendo tiempos muy turbulentos, y es que su director, el belga Gerard Mortier, está tomando decisiones realmente poco acertadas y en la temproada 2013-2014 que se acaba de presentar se ha notado mucho más. El recorte en presupuesto es muy grande, y sin embargo, el número de nuevas producciones propias es más elevado que nunca. De las once óperas programadas, siete son nuevas producciones, una de ellas una reposición, otras dos coproducciones y otra en concierto.
Una de las nuevas producciones es el estreno mundial de la ópera basada en la novela Brokeback Mountain, que luego se llevó al cine, se trata del segundo de los proyectos -tras The Perfect American- que ya tenía apalabrados con la New York Opera de donde salió porque aseguraba que carecía de los recursos necesarios. ¡Qué buen gestor! Incapaz de recomponer su ego para adaptar las exigencias artísticas a los presupuestos se marchó embroncado con la directiva. Y nosotros los españoles nos creímos que este europeo iba a salvar a nosotros -los pobres norteafricanos- de la incultura musical y a alejarnos de la "mierdosa" tradición lírica de nuestro país.
Por eso llevamos ya dos temporadas sin ver ni una sola obra en castellano y muchos espectáculos grandilocuentes y megalómanos como San Francisco de Asís que costo demasiados millones. En Musicanismos somos partidarios de como institución semipública invierta en espectáculos de gran valor cultural simplemente sin ánimo de resultar rentable, pero tampoco convertirlo en un espacio para experimentos y caprichos propios.
Mortier piensa que al ofrecer dos títulos de bel canto como L'elisir d'amore y El barbero de Sevilla y dos Wagner: Tristan und Isolde y Lohengrin, con nuevas producciones, cuando las recientes aún podrían recuperarse. El director del Real afirma queactualemnte es más barato crear una nueva producción antes que comprar una ya existente o volver a sacarla de los almacenes. Lo mismo ocurre con Les Contes d'Hoffman, cuya producción de 2006, con escenografía del desaparecido Ezio Frigerio y coproducida con el Théâtre du Capitole de Toulouse, el Regio de Turín y la Opera de Tel Aviv, era relamente espectacular.

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